SARA MONTIEL
El secreto de su eterna belleza puede estar en que
duerme mucho y come poco.
El 11 de Marzo
de 1928 nace en Campo de Criptana (Ciudad Real) María Antonia Abad Fernández,
según consta en la partida de nacimiento que Enrique Herreros hijo enseñó a
varios periodistas, a raíz de que su padre dejase de llevar artísticamente a
Sara Montiel. Nace en una familia sin ninguna vinculación con el cine y pasa su
niñez en su lugar de nacimiento. A los ocho o nueve años –en plena guerra
civil- se traslada a Orihuela. Son años difíciles y nada hace pensar que pasado
el tiempo, aquella niña morena habría de convertirse en la artista española más
cotizada y con renombre universal.
Sus principios
artísticos están llenos de dificultades. María Antonia se traslada a Madrid y
trata de abrirse camino como artista. Es en ese tiempo una muchacha llena de inquietudes
y de excepcional belleza. Una larga serie de títulos le van abriendo las
puertas de la cinematografía. Te quiero
para mí, Empezó en boda, Bambú, Mariona Rebull, Don Quijote de la Mancha,
Alhucemas, Locura de amor donde encarnó el papel de la mora misteriosa y
guapísima que enamora al cristiano.
Pero en estos
títulos María Antonia tiene pequeñas intervenciones que apenas le dan la
oportunidad de que alguien se fije en ella, en sus condiciones de actriz. Sin
embargo, no le falta trabajo. Sigue sumando títulos La mies es mucha, El capitán Veneno, Pequeñeces, Aquel hombre de
Tánger, Necesito dinero, Cárcel de mujeres…
Desde muy
pequeña la ilusión de su vida era el cine y convertirse en una gran actriz. Ya
en el convento de las dominicas de Orihuela donde cursó sus primeros estudios,
la niña de Campo de Criptana pensaba que algún día sería famosa. Pasados los
años se demostraría que fue precoz su afición al cine y que sin duda había
nacido marcada por el arte y para triunfar en él.
Sin embargo,
España se le quedó pequeña pronto. Llevaba demasiadas películas y todavía no le
habían ofrecido un papel interesante. Mujer de temperamento y luchadora
incansable decidió irse a México para tratar de abrirse allí el camino que en
España le resultaba imposible. Y, efectivamente, México le abrió las puertas de
par en par y añadió otra serie de títulos a su historia: Veracruz, Donde el círculo termina, Dos pasiones y un amor, Yuma…
Su regreso a
España ya fue en plan de gran estrella. Contribuyó a ello su mentor artístico o
“manager”, Enrique Herreros padre, que sabiamente dosificó sus apariciones y
sus intervenciones, como si de una gran diva internacional se tratara.
Entrevistar a Sara Montiel una vez llegada de México era prácticamente
imposible. Había que pasar por el tamiz de los Herreros y aceptar una serie de
condiciones. Se dijo entonces que la tenían “secuestrada” y una aureola de
misterio rodeó a Sara Montiel que ya no se llamaba María Antonia, ni utilizaba
el sobrenombre de María Alejandra con el que inició su carrera artística.
La primera vez
que la entrevisté, casi recién llegada, lo hice con una serie de condiciones un
tanto misteriosas, pero que había que aceptar. Pude verla y fotografiarme con
ella para dar fe del encuentro. Pero las preguntas se las tuve que hacer a
Enrique Herreros y él me contestaba como si fuera Sara. La razón esgrimida por
su mentor era que ella tenía mucho temperamento, era muy temperamental en sus
respuestas y podía perjudicar su carrera.
La entrevista
tenía que ser puramente profesional. Sara había venido casada con el director
Anthony Mann, pero en la entrevista no se debía hablar de lo personal. Ni cómo
le conoció, ni cómo se enamoraron, ni nada de todo aquello que suele interesar
a los lectores cuando se trata de un personaje famoso, aunque sean preguntas
manidas y a veces insustanciales.
Sara Montiel
empieza a ser Sara Montiel la triunfadora a raíz de su regreso de México. Los
Herreros, padre e hijo, manejan su carrera con habilidad y su reaparición ante
el público español es con una película que acabaría convirtiéndose en un hito
señalado del cine español.
Sus primeros estudios los hizo en el convento de dominicas de Orihuela.
Nació en una familia sin ninguna vinculación con el cine o el teatro.
Juan de Orduña,
entonces director de moda, pensó que Sara podía ser la protagonista de El último cuplé. Los responsables de la
producción coincidieron en que Sara daba el tipo y que su belleza excepcional
cautivaría, pero ya no estaban tan de acuerdo en que la artista, que tenía que
interpretar la vida de una cupletista famosa, pudiera cantar las canciones de
la película y menos aún grabar los discos de promoción.
Sara cantaba con
una voz grave, muy grave y con una lentitud que irritaba a los productores.
Todos coincidían en que el cuplé requería más nervio por parte de la intérprete
y sobre todo una voz más clara, más aguda. Contra viento y marea, la película
se hizo, Sara cantó y su voz tal vez empalagosa, pero indiscutiblemente muy
personal, caló hondo en el sentir de los espectadores. El último cuplé fue un éxito y los discos se vendieron como
rosquillas cayendo por tierra los pronósticos de los entendidos que habían
propuesto que para la grabación de los discos fuese doblada por otra voz más de
acuerdo con las normas y con los gustos.
Fueron años de
mieles y de rosas para Sara Montiel, aunque el “secuestro” de los Herreros
proseguía. La artista estaba programada como un robot. No se le conocía ningún
romance tan al uso en los artistas famosos. Sara estaba en el máximo esplendor
de su belleza, pero un misterioso entorno la rodeaba no dejándole contactar a
su manera con el público. Sus apariciones estaban siempre acompañadas de
artificiales montajes de “fans” dirigidos hábilmente.
A partir de El último cuplé Sara se convirtió en un
rey Midas que todo lo que tocaba lo convertía en oro. A este éxito sucedieron La violetera, Carmen la de Ronda, Mi último
tango, Pecado de amor, La bella Lola, La dama del Chantecler, Noches de
Casablanca, Samba, La dama de Beyrut, La mujer perdida, Tuset… y un sinfín
de películas, unas peores que otras, pero que llevaban al público a las salas
cinematográficas atraído por el nombre de Sara y la oportunidad de disfrutar de
su belleza.
El clamoroso
éxito de El último cuplé dio a Sara
la fuerza para plantearse la emancipación de los Herreros. Y “agradeciéndoles
los servicios prestados” se independizó ofreciendo como primera noticia su
relación sentimental –su noviazgo- con alguien totalmente alejado del mundillo
cinematográfico. Concretamente con un alto ejecutivo de una gran empresa
española.
La boda de Sara
con Anthony Mann se había disuelto ya para estas fechas. Sara era ligre de
elegir un nuevo camino sentimental y el elegido había resultado ser José
Vicente Ramírez Olaya, al que sus amigos llamaban Chente y que en aquellos momentos era un ejecutivo de prestigio en
Seat. El noviazgo de Sara y Chente atrajo la atención del gran público al que
inevitablemente le arrebataban la novia favorita.
Pero aquella
unión tampoco fue demasiado duradera. El fuerte temperamento de Sara necesitaba
junto a ella un hombre con más temperamento aún. Y hasta el año 79 no lo
encontró. Anduvo a la deriva sentimentalmente, pero logrando triunfo tras
triunfo en todos los escenarios en los que se presentaba.
Los productores de El último cuplé no estaban de acuerdo con que Sara cantase las canciones.
En 1979, Sara
Montiel conoció a Pepe Tous y surgió entre ellos el amor verdadero y necesario
para constituir una pareja estable. A Sara se le cambió la vida al conocer a Pepe.
Pero la ilusión definitiva de la incomparable artista era ser madre. Y comenzó
un largo peregrinaje de especialistas, hasta que la confirmaron que no podía
serlo. Los agoreros pronosticaron el fin de la pareja, pero éste no se produjo
porque entre los dos había verdadero amor y juntos emprendieron la gran
aventura de prohijar una niña y un niño –Thais y Zeus- con los que actualmente
comparten la felicidad en su casa de Mallorca.
Sara no abandona
su trabajo y pese a que Thais y Zeus tiran mucho de ella, recorre España
continuamente al frente de su espectáculo. Como es lógico estas giras
artísticas son agotadoras y Sara no puede ver cumplido su deseo de llevar a los
niños con ella y lo que hace es, entre actuación y actuación, si el tiempo lo
permite, desplazarse a Mallorca para estar con ellos aunque sólo sea unas
horas. Sara lo explica rotundamente:
-Quiero
estar con Pepe y con mis hijos porque es lo que me gusta, pero tengo que
trabajar. Lo mío es el trabajo y no puedo eludirlo.
El volver a
Mallorca después de cada actuación, supone para Sara un esfuerzo físico enorme.
Al cansancio del trabajo une el cansancio del viaje. Pero ella dice:
-Por
los niños soy capaz de cualquier cosa.
Ha sido un
verano intenso el de 1990 en el que a veces perdía la noción del lugar donde se
encontraba de tanto ir de un sitio a otro. Un verano agotador recompensado con
la estancia en Madrid, con su público madrileño y con la gran fortuna de poder
estar día tras día junto a Pepe, Thais y Zeus y al mismo tiempo pisar las tablas
de un escenario. Plena felicidad, porque a Sara lo que verdaderamente le gusta
desde el punto de vista artístico, es enfrentarse con el público, sentirlo
cerca.
-Lo
mismo me da que sea en una sala de fiestas que en un teatro. Mi sangre caliente
necesita el contacto directo con el espectador.
Tan guapa como
cuando empezó, o tal vez con una belleza más serena y reposada, Sara asegura
que no tiene ninguna fórmula mágica para conseguirlo.
-Muchas
veces me preguntan qué es lo que hago para conservarme como me conservo. Y la
verdad es que no haga nada de particular. Salvo dormir mucho y llevar una dieta
justa, sin grasas y a base de verduras y pescado.
Profeta en su
tierra, Sara donde de verdad ha ganado dinero ha sido en España. Lo reconoce.
-Ha
sido en mi país donde me he hecho millonaria en humanidad y en dinero.
Y aunque lo
tiene todo, Sara Montiel no piensa en retirarse.
-El
público quiere que siga. Es algo que notamos los artistas. Por eso, cuando vea
que la gente no va a mis galas, me iré definitivamente, sin que nadie se dé
cuenta, en silencio…
G. Lopezarias
EL RECORTE CCLXIX
Sara terminó 1.990 postrada por un accidente sufrido durante una actuación. A la revista Semana, con fecha de 9 de Enero de 1.991 le confesaba cuales eran sus propósitos y deseos para el año que comenzaba.
¡BIENVENIDO, 1991!
“Todavía no puedo ni doblarme ni agacharme”
SARA MONTIEL:
“Al comenzar el año pido salud para toda
mi familia”
Primera entrevista tras su grave accidente, del que
todavía se recupera en su casa de Mallorca
NAVIDADES de
reposo para Sara Montiel, que aún se recupera del accidente sufrido hace mes y
medio en el teatro madrileño donde representa “Saritízate”, su nuevo
espectáculo. En su casa de Palma de Mallorca y en compañía de su marido y sus
dos hijos, Thais y Zeus, Sara ha saludado con optimismo e ilusión la entrada
del nuevo año.
-¿Cómo te
recuperas del accidente, Sara?
-Afortunadamente
me estoy recuperando muy bien, pero hoy por hoy soy un palo: no puedo ni
doblarme ni agacharme. Tengo que realizar dos horas diarias de ejercicios de
rehabilitación, un tratamiento con rayos láser y un montón de cosas más. Lo
importante es que poco a poco todo se va arreglando.
Tras esta
referencia obligada a su estado de salud, Sara comenta cómo le han resultado
estas navidades que están a punto de finalizar.
-Han
sido unas vacaciones reposadas, como os podéis imaginar. A nosotros siempre nos
gustaba en estas fechas salir y viajar un poco por la isla, pero este año no
hemos podido hacer nada. Por tanto, han sido unas vacaciones más tranquilas de
lo normal, aquí, en casa, con mi marido y mis hijos. Han sido maravillosas
igual.
Sara Montiel, además de una gran artista, es una madre preocupada por sus hijos, Thais y Zeus, para los que pide salud y toda la felicidad del mundo.
“QUITANDO EL ACCIDENTE, EL 90 FUE UN AÑO EXCELENTE”
-¿Cómo valoras
el año que ha terminado?
-Ha
sido un año excelente. Quitando el accidente, que ha sido lo único negativo y
que podría haber sido mucho peor, todo ha marchado muy bien. Profesionalmente
ha sido un año muy activo y en mi vida familiar estoy contentísima. Este año,
hasta las notas de mis hijos han sido muy buenas. ¿Qué más puedo pedir?
-Y a este 91 que
acaba de comenzar, ¿qué le pides?
-Sobre
todo, que traiga paz a este mundo, porque la necesitamos de verdad. También le
pido salud para toda mi familia y ya, para que fuese un año redondo, que no
faltase el trabajo y los buenos proyectos.
-¿Y tú, Pepe,
añadirías algo a las peticiones de tu mujer?
-Pido lo mismo que ella, paz y
salud, sobre todo para nuestros hijos. También deseo que mi mujer este año no
tenga un nuevo tropezón.
Las vacaciones
de Navidad son unas fechas en las que los niños cobran un papel preeminente y
los hijos de Sara no iban a ser menos.
-¿Qué les van a
traer los Reyes a tus hijos?
-A
Thais, que ya es un poco más mayor y que, además, le gusta mucho leer, le
dejarán libros y también muchos discos de los años 60. A Zeus, juguetes.
-¿Qué juguetes?
-Los
mismos que les gustan a todos los niños, los que ven anunciados en televisión.
Pero las
vacaciones terminan y, con el nuevo año comenzado, las personas hacen sus
planes de futuro. Sara, desde su casa y recuperándose lentamente, planea su
regreso.
Sara, aún convaleciente de su caída, ha pasado unas navidades reposadas en compañía de toda su familia. Su marido, Pepe Tous, y sus hijos, sólo están pendientes de su total recuperación.
NO SE PODRÁ MOVER EN BASTANTE TIEMPO
-¿Vas a volver
con “Saritízate” cuando ya estés recuperada?
-Sí,
por supuesto. Ha sido bastante duro para mí tener que dejar el espectáculo. Si
el accidente hubiera sucedido durante los ensayos no habría pasado nada, pero
con la obra ya estrenada, cuando ya has saboreado el éxito y sentido los
aplausos del público, eso puede llegar a ser muy duro. Pasar del escenario a
estar inmovilizada encima de una tabla es una de las peores cosas que le pueden
llegar a suceder a una artista. Además, por culpa del accidente he tenido que
rechazar proyectos como el de presentar el programa de fin de año de Televisión
Española.
Pepe Tous le
toma la palabra a su mujer.
-El doctor nos ha sido partidario de
que se mueva en mucho tiempo. Así que aquí estamos todos en casa pendientes de
su recuperación y apoyándola lo mejor que podemos.
Lo que no cabe
duda es que ya en el año 91, Sara Montiel sigue siendo una personalidad que
fascina a multitud de generaciones, de públicos muy diferentes entre sí. Esta
mujer, que se ha codeado en la pantalla con los mismísimos Gary Cooper, Burt
Lancaster, Mario Lanza o Raf Vallone, sigue estando en la brecha, como en sus
mejores años.
-A
mí la gente joven me ve como una mujer muy asequible, que está en la onda, y
esto es porque, además de mi trayectoria clásica, siempre he procurado
renovarme. También sucede que la gente joven oye a sus padres hablar sobre mí y
entonces se interesan por mi figura. Por mi parte, yo también he tratado de no
quemarme, procurando no saturar demasiado al público.
-Sara, para
mucha gente eres un auténtico mito en vida. ¿Qué opinas tú?
-No
sé qué quieren decir con eso de mito. Yo he hablado con mucha gente de mi
generación y sé que algunas de mis películas fueron auténticos fenómenos. Pero
de ahí a considerarme un mito hay un camino muy largo. Lo que sucede es que yo
siempre me he conocido muy bien y, por tanto, he sabido cuándo eran momentos
buenos para mí y cuándo convenía que me retirara una temporada. También me he
conservado muy bien, sigo teniendo unas piernas excelentes hoy, así es que
podéis imaginaros cómo serían antes. Creo que todo eso lleva a la gente a
pensar que soy un mito, pero exageran un poco.
Así es Sara
Montiel: con sentido del humor, autosuficiencia, energía para seguir en la
brecha mucho tiempo y siempre rodeada de una maravillosa familia que la ha
ayudado en los duros momentos que ha tenido que superar. Sara, con mucha vida
aún por delante, saluda a un nuevo año en el que ha puesto toda su ilusión y
que seguro que le deparará grandes alegrías.
Vicente FERNANDEZ
Fotos Juan Gallego
LA FOTO CCLXIX
Luís Cobos visita a Sara en su programa 'Sara y punto'. Con el brindis de estos dos paisanos de Campo de Criptana os deseamos a todos lo mejor para este 2.018.
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