sábado, 23 de septiembre de 2017

LECTURAS - 10 de Abril de 1.970 - España


Agradecemos a Violeta Riscal el envío de esta revista. 
Habla, en persona,
SARA MONTIEL:
“No me considero actriz ni estrella; sólo soy una señora estupenda”

"Sara Montiel en persona" está triunfando en Barcelona, después de haberlo hecho en Madrid.

En el programa de su espectáculo teatral puede leerse: “Las valiosísimas joyas que luce en escena son todas de su propiedad y han sido compradas en…” Y aquí los nombres de Cartier, Val Cleef, Tiffani. Quizás algunos consideran un alarde de Sara Montiel dar amplio detalle de todo lo que posee: conjunto de perlas y brillantes, collar de rubíes y brillantes, collar con brillantes de veinte quilates, collar de ciento noventa y tres esmeraldas y dos mil brillantes… Todo, en Sara, es fabuloso. O eso parece. Con su bonita cara, su figura digna de Rubens y cuarenta y cinco millones en alhajas, recorre España.
-¿Estas joyas representan muchos años de trabajo?
-No. Significan que estuve casada dos veces. Son regalos de mis maridos. Para algo los he tenido. La pena es que sólo me casé en dos ocasiones…
-¿Lo lamenta?
-Hombre, en cuestión de alhajas todo es poco.
-¿No le importa casarse nuevamente con tal de aumentar la colección?
-Si el contrayente era tan espléndido como los anteriores…, no me molestaría casarme seis o siete veces.
-Y hablando de maridos. ¿Cómo va con el suyo? Porque la gente comenta…
-¿A cuál de mis dos maridos se refiere?
-Al actual.
-¡Ah! Pues bien. Normal. Nos tratamos con la cordialidad lógica de una pareja que lleva seis años de matrimonio.
-¿Y cómo se tratan un hombre y una mujer seis años después de la boda?
-Con cariño y respeto. El vulgo, la gente comenta que nos llevamos mal porque apenas nos ven juntos. Pero no se dan cuenta que él hace su trabajo y yo el mío en el teatro.


Sarita ha estado casada dos veces: primero con Anthony Mann, del que se divorció en 1.963. Y en 1.964 contrajo matrimonio con José Vicente Ramírez Olalla. 

Sinceridad no le falta. Eso nos anima a preguntarle su edad, y nos responde:
-Treinta y cinco años.
-¿Y -Scuántos han pasado desde “El último cuplé”?
-Trece; la hicimos en 1.957.
A ella le salen las cuentas. Pero nosotros estamos hechos un lío. Si ahora tiene la edad que confiesa, resulta que fue la primera “niña prodigio” del cine español. Porque en 1.947 coprotagonizó “Locura de amor” y anteriormente ya había hecho alguna que otra película, “Te quiero para mí”, “Empezó en boda”, “Bambú”, etc.
-Lo dicho. Tengo treinta y cinco años. El día que llegue a la cuarentena lo celebraré con una gran fiesta. Creo que lo importante es saber llevar la edad con belleza y juventud. Cuando se tiene mucho dinero, como en mi caso, no hay que temer el paso del tiempo.
-¿Le gusta tener “leyenda negra”?
-Hombre, sí… Sobre todo si está fundamentada en cosas auténticas.
-¿Usted es una estrella o una actriz?
-Sólo me considero una señora estupenda. ¿Actriz o estrella? No lo sé; pero algo debo tener para haber llegado hasta donde estoy. No olvide que nací en un pueblo… Creo que para esto se necesitan agallas por todas partes…, por no decir otra cosa que no le permitirían publicar. La gente habla, habla; dice, dice… Se empeñan en inventar cosas sobre mí.
-¿Y usted las acepta?
-¿Qué voy a hacer? Callarme. O pagar con igual moneda. Lo que más me fastidia es la hipocresía.
-¿Se atrevería a rodar con poca ropa para el cine?
-¿Por qué no? Otras lo han hecho; y tenían menos atractivos físicos. No olvide que soy muy profesional, lo he sido toda mi vida.


Sara Montiel en "Locura de amor", una de las primeras películas que interpretó y que le proporcionó gran fama. 


"El último cuplé" fue la producción que le proporcionó un éxito delirante, situándola en el pináculo de la gloria. 


1.970: Sara Montiel se decide a actuar cara al público con "Sara Montiel en persona", cantando canciones de ayer y de hoy. 

Entre la estrella y el informador ya hay confianza. Cuando se encuentra a gusto, Sara Montiel es un manantial de incesante diálogo. Nos anticipa que tiene en perspectiva cinco películas a filmar en los Estados Unidos e Inglaterra.
-Sé que no puedo compararme a Barbra Streisand, pero puedo hacer mis cosas. Ya saben, canción popular y moderna. La melodía vuelve a imperar y la canción sentimental es la que está pegando… ¿Por qué hago teatro? Era una deuda que tenía con  el público español; además, estoy muy satisfecha porque, gracias a mí, vive una serie de personas; me refiero a las familias de la gente que está en mi Compañía…
Sara Montiel o la humanidad. Alejada de “vedetismos” que sólo lograron perjudicarla, ha recapacitado y es más accesible. Quiere que la conozcan tal y como es.
-El ochenta por ciento de las mujeres hablan muy bien de mí. Y ya sabes, cuando una mujer elogia a otra es… porque no le queda más remedio. Y eso que mis películas siempre tenían calificaciones morales bastante altas. Ninguna bajó del 3-R. Claro, siempre hice papeles de señora estupenda…


EL RECORTE CCLX
Aunque le faltaban, todavía, dos películas por rodar, la diva, a principios de los '70, ya estaba dando un giro radical a su carrera. Eran los inicios de sus presentaciones en vivo y en los teatros. Este artículo del 25 de Julio de 1.970, revista Semana, muestra una de sus primeras presentaciones en salas de fiesta. 

EN SU PRESENTACIÓN EN MADRID, LUCIÓ DOS MODELOS DE DIOR Y UNO DE VARGAS
SARA MONTIEL
ahora en sala de fiestas
Sara Montiel se ha presentado, por primera vez, en una sala de fiestas. Obtuvo un gran éxito, cantando sus temas de siempre y otros nuevos. Se mostró muy elegante y bella. Sus declaraciones, sabrosas como siempre, las publicamos en la página siguiente. 

Sara Montiel, punto y aparte.
La “reina del cuplé”, la más internacional de nuestras estrellas, la siempre admirada, discutida y envidiada Sara Montiel, ha cubierto un jalón más de su ya dilatada y triunfal carrera artística: ha debutado en una sala de fiestas. El acontecimiento ha tenido lugar en un jardín de verano de Madrid. Sara, que se multiplica –es una mujer realmente infatigable-, hizo un alto en su gira de cinco meses (que, visto el éxito obtenido, se prolongará otros cinco) por los teatros de España, para afrontar la dura prueba de actuar en sala de fiestas. Pero Sara no estaba nerviosa. Había llegado en la víspera de su presentación, procedente de La Coruña. Sufrió la feroz acometida de la canícula madrileña.
-El calor me derrota –confesó.
Eran las tres y media de la tarde. Estaba recién levantada. Por la noche no había conseguido dormir. Sara vive en un ático que se asoma a la plaza de España; el sol cae en él a plomo.
-Pero usted, tranquila…
-Yo, tranquila; tranquila, siempre… -comentó, riendo.
Se presentaba por la noche. Todo estaba a punto. Sara tenía muy bien aprendida la “lección”.


-Dicen que Sara Montiel está acabada… -solté, de buenas a primeras.
-Dicen muchas cosas. Yo me río mucho, ¿sabe?
Objetivamente hablando, debo reconocer que Sara hace bien en reírse de los habituales comentarios de sus “antis”. He oído decir que en sus cinco primeros meses de gira teatral ha ganado más de cuatro millones de pesetas. Y de fuentes generalmente bien informadas procede este rumor; en diez meses de gira, Sara se embolsará la bonita cantidad de nueve millones de pesetas. Sara, pues, percibe sueldos “europeos”.
-¿Ambiciosa?
-En absoluto. Yo trabajo y cobro. Cada cual cobra lo que puede o lo que le dan. Si a mí me dan lo que pido…, por algo será.
Sara Montiel es, indudablemente, una diva. Una diva a la española, con las virtudes y defectos (que, a la larga, también suelen ser virtudes) de la raza. Pero diva, al fin y al cabo. Sin embargo, es amable, complaciente, atenta siempre con el periodista. La leyenda negra de su antipatía no pasa de ser eso: una leyenda.
-A veces sale a relucir mi temperamento, pero es cuando alguien viene a buscarme las cosquillas… Tengo que defenderme, ¿no?
El lenguaje de Sara, a veces, no es muy mesurado. Pero es que Sara es excesivamente sincera. De ahí que, en ocasiones, diga ciertas cosas tal como las piensa, sin pasarlas por el “túrmix” de la hipocresía. A Sara, realmente, hay que conocerla para comprenderla. Y a las personas como Sara Montiel, aunque más sencillas de lo que algunos suponen, no se las conoce en unos minutos.


-¿Es dictadora?
-Otro sambenito que me han colgado… Yo nunca tengo subordinados, sino personas que me ayudan. Me gusta trabajar en equipo. Ni soy ni quiero ser más que nadie. Lo que ocurre es que me conozco perfectamente; por eso, me gusta cambiar impresiones con mis directores, fotógrafos, modistas y demás colaboradores…
Sara jamás se sofistica. Es, siempre, más María Antonia Abad, la moza manchega que llegó un día –ya lejano- a Madrid, a conquistar laureles, huyendo de la mediocridad y la monotonía, que Sara Montiel, la mejor obra de aquélla. Apasionada, a veces desgarrada… Y es en estos momentos, cuando María Antonia – Sara es una embravecida mujer, cuando brotan de sus labios (sus mundialmente famosos y cantados labios) curiosos epítetos muy cervantinos, que en su boca, más que escandalizar, divierten.
-¿Qué echa en falta?
-Lo tengo casi todo… Bueno, no; miento. Me falta algo fundamental: un hijo. Todavía estoy a tiempo, pero…
Se ha puesto seria, melancólica. A Sara no le gusta hablar de su vida privada. No es por miedo al “qué dirán”; no es por hipocresía… Es que hay una Sara que prefiere seguir en su torre de marfil, a solas con sus sentimientos, con sus esperanzas e, incluso, con sus tristezas…
-Yo, mientras tenga salud, lo demás no me preocupa…
Realmente, hay algo que la preocupa un poquito… En verano no hay violetas.
-Esta noche voy a cantar “La violetera” y no podré repartir violetas entre el público… ¡Fíjate, qué pena!
Es bonito y saludable preocuparse en estos tiempos tan complejos, por un problema tan sencillo y romántico: la falta de violetas. Pero Sara ya había previsto la solución: repartirá claveles.


La "reina del cuplé" se ha presentado en una sala de fiestas. Sara sigue fiel a sí misma. En sus actuaciones y en sus declaraciones. 

Y así fue. Repartió claveles y el público la correspondió también con flores, en forma de piropos. Porque Sara sigue realmente bella. La fotogenia de Sara es asombrosa. Fotogenia, muy cuidada, es cierto, por ella misma y por quienes la rodean. Pero hemos llegado al “quid” de la cuestión: ¿qué hay del perímetro de Sara, del que tanto se viene hablando desde que inició su triunfal gira teatral? Tonto e inútil sería negar la evidente realidad: la silueta de Sara Montiel no está en su mejor momento. Sara es mujer de muy buen apetito; le encantan los platos más sabrosos de la cocina española, la gallina en pepitoria, por ejemplo. Está ahora menos gruesa que hace cinco meses, pero todavía tiene que adelgazar más. Sara lo sabe y en ello está. Claro está que esta mujer es un caso singular. Le basta con el sensual y melancólico decir de sus cuplés para seguir conquistando al público.
Sara, pues, triunfó. Después de veinte años de éxitos, los piropos del público la conmocionaron. Y ella correspondió con claveles, con besos, con expresiones de agradecimiento y alegría…


-¿Cuánto ha ganado esta noche? –pregunté, después, rompiendo el hechizo romántico y nostálgico creado por ella y sus canciones.
-Bastante…
-¿Cuánto le ha costado el vestuario que ha lucido esta noche?
-Ciento muchas mil pesetas.
-¿Y las joyas?
-Algo más, claro… Son tres juegos completos…
-¿A qué le han sabido los aplausos de esta noche?
-A gloria. Por cierto, los que, desde hace años, están cavando mi fosa, que sigan haciéndolo… ¡Así se entretienen!
-¿Sigue siendo la primera?
-A juzgar por los resultados artísticos y económicos, sí.
Lo dice con gran sencillez, sin aspavientos, absolutamente convencida.
-Dicen que su silueta…
-Bueno, dejémonos de garambainas –me interrumpe-. Quizá me sobren algunos kilitos… ¡Ya me los quitaré! Yo digo como el borracho del cuento, que dijo a la mujer fea que le increpaba: “¿Borracho yo? Sí, hija, sí. ¡Y tú, fea! Pero lo mío tiene cura…” ¿Me entiende? Lo que no tendría solución sería mi fealdad; pero, gracias a Dios, estoy de muy bien ver…
Un desplante “made in Sara”. Sara, Sara, Sara… Es “la Montiel”, porque esta mujer merece el “la”, tan simple y humilde, sólo reservado a las grandes e indiscutibles “estrellas”. Sara seguirá dando guerra durante mucho tiempo. Y su longevidad artística asombrará, a poco que comprenda que la buena cocina española tiene sus pros y sus contras.

Hebreo SAN MARTÍN
(Fotos: Urech)


LA FOTO CCLX



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