sábado, 13 de abril de 2024

DIEZ MINUTOS - 5 de octubre de 1968 - España


SARA

de la Mancha

En su próxima película, “Esa mujer”, será dirigida por Mario Camus

“Cuando dicen que mi marido no vive conmigo, es que lo saben y están en lo cierto”

“Mi madre me enseñó a no hablar nunca mal de la gente”


También Sara puede lucir minifaldas si quiere. En la terraza de su espléndido piso, el cabello por la cara, la "estrella" parece un desafío.

SARA de la Mancha. En el salón de invitados de su piso de la Plaza de España no hay molinos de viento ni libros de caballería.

Las paredes están forradas de raso y una lámpara del palacio de Isabel II extiende una pálida luz sobre el piano de la Fornarina. En un rincón, un barqueño de la época de los Reyes Católicos, adornado con labores de taracea doradas, compone con una mesa redonda de mármol de Carrara. La guardia del escalón de la doble planta moquetada en tonos gratísimos a la vista la componen la cabeza de un sammurai, realizada en alabastro y la diosa de la fortuna, talla bellísima obtenida en palmito de Tailandia.

Cerca de los regios tresillos no faltan las mesas pompeyanas o los armaritos de laca, jalonando uno de los ángulos una hermosa talla, en mármol, de Collaut-Valera, donde se reproduce el generoso busto de Sara y su belleza increíble. Y sobre el raso de las paredes, lienzos de gran valía y cobres italianos. En el piso de la Montiel se puede hacer recuento de un Goya, un Sorolla, un Eduardo Vicente, un Eugenio Lucas y dos Palmulori, aparte de decenas de cuadros que adornan pasillos y piezas de la casa.

Sara de la Mancha, sonríe. Sara de la Mancha, nacida en Campo de Criptana, posa y reposa. Y cambia de trajes, alternando la minifalda con un caftán de oro viejo del siglo XII.

Sobre el piano de la Fornarina están las letras de las canciones de su inminente película para Suevia Films. El viejo pleito entre la “estrella” y el hombre del pelo blanco ha derivado hacia un título: “Esa mujer”. El guión es de Antonio Gala y habrá canciones de Armando Manzanero, Rafael de León y Solano, hasta cubrir un programa de cinco intervenciones.


Sara Montiel sigue siendo la Dulcinea más guapa de España. Aquí la vemos apoyada en el piano de la Fornarina, que adorna esta lámpara que perteneció al palacio de Isabel II.

-¿Quién te va a dirigir en “Esa mujer”, Sara?

-Mario Camus –dice, y se va a poner otro vestido-. Asisten al reportaje, doña María, la madre de Sara y un compañero de arte, José Ramón Centenero, que actúa, en cierto modo, como director de escena, señalando a Sara algún posible error en la pose.

Sara de la Mancha, sonríe. Sobre la mesa pompeyana no hay vasos de recio cristal con el vino tinto de las ubres que despanzurrara “Quijote” con su espada mellada. Hay “whisky”, aceitunas, peladillas y, eso sí: queso manchego y del bueno.

Ha concluido el reportaje gráfico. Sara de la Mancha, sonríe y espera.

-Sara…

-Dime.

-Háblanos de Camus. Un nombre nuevo. Parece que tiendes hacia la gente nueva. Eso está bien, Sara.

Se encoge de hombros. Habla en directo, sin rodeos. “Quijote” hubiera gritado alborozado, al escucharla. Es, su castellano, un idioma rudo, si se quiere, pero claro como el agua y crujiente como el pan recién cocido.

-Verás: hay gente vieja muy buena y gente vieja muy mala. Y lo mismo sucede con la gente nueva. Yo procuro buscar lo mejor. Eso es todo.

-¿Te preocupan los sambenitos que te cuelgan Sara?

Ríe.

-No, no me preocupan. Lástima del día en que no amanezca con alguno. Mal presagio. Recuerda a “Quijote”: “Ladran, luego cabalgamos”.

-Entonces, recojamos un ladrido, Sara. La gente ladra en los cafés, y asegura que cuando Sara Montiel comienza una película el director no manda, el cameraman no manda, y el productor, muy asustado, pregunta todos los días a su gente cómo andas de humor…

-Mira: el cine es lo más importante de mi vida. Sin el cine yo no sabría vivir; pero yo no entiendo nada de cine, no sé nada de cine. Si yo dirigiera mis películas habría hecho mi cine, el cine de Sara Montiel. ¿Entiendes? Bueno, pues anótalo si quieres. No es cierto que yo haya influido en los directores: mi oficio es actuar y cantar. Ahora, eso sí. Me permito opinar sobre fotografía por una razón. He estudiado hasta quedarme sin aliento a los grandes maestros de la pintura. Y creo que la pintura y la fotografía tienen algo de común, ¿no?


Compañera inseparable de su hija, doña María ha seguido sus éxitos de lejos y de cerca. Sara se siente orgullosa de tener una madre sencilla y aldeana.

-Entonces, hablemos de pintura, Sara.

Me mira desafiante.

-¡Qué rico! Pues habrá que prepararte habitación, porque entonces no paro. De entrada te diré que me emociona la pintura de El Greco, de Goya, de Velázquez, de Picasso, de Gutiérrez Solana… Vamos, de todo lo bueno.

-La gente sigue ladrando, Sara. A lo mejor sus ladridos han llegado hasta aquí. ¿Sabes qué dicen ahora? Que estás acabada.

-Pues si lo estoy ahora, ¿qué será cuando no lo esté? Cuento con doscientos cincuenta millones de espectadores en España y América. Y, ahora, encima, Rusia. En el Japón celebran semanas cinematográficas con mis películas. Mira: llevo desde los cinco años trabajando. Y si he llegado no ha sido por lela. La realidad es que no le quito el pan a nadie. Yo hago mi película al año y a vivir. Pese a quien le pese. Aseguran que me hago la estética todos los años en París y que me extraigo las muelas para acentuar los pómulos. Pues bien, que vayan ellas al dentista y al cirujano de estética, a ver qué pasa. Odio hablar mal de la gente. Mi madre me enseñó a que no hablara mal del prójimo y a no tirar ningún plato de comida. Y aunque la belleza se va con los años, yo he sabido aprovecharla. Y tengo lo que tengo, que nadie me lo ha regalado.

A la vista está. Está guapa Sara, con su gesto desafiante. Le pregunto si el piano de la Fornarina y la lámpara de Isabel II; si los alabastros y las lacas y su Goya y su Sorolla lo tiene por el cine.

-En esto del cine, el dinero lo hacen los productores, los distribuidores y los exhibidores. Sara Montiel ha hecho a más de uno millonario. Como a Gonzalo Elvira y el pobre Cesáreo González. Yo he ganado un poco de dinero, sí. Pero aquí no está todo. He comprado cosas…

-¿Eres feliz, Sara?

-Lo soy, gracias a Dios.

-¿Del todo? Dicen que tu marido no vive aquí…

-Cuando lo dicen es que lo saben y están en lo cierto…

Sonríe Sara de la Mancha. La más guapa “Dulcinea” española continúa cabalgando por los caminos cinematográficos. En su torno, mordiendo las ancas de su cabalgadura, una jauría de perros ladra desaforadamente.

 

Fernando MONTEJANO

(Agencia TORREMOCHA)


EL RECORTE CCCLVIII

Entre la resaca de "Tuset Street" y el inminente rodaje de "Esa mujer", Sara concedía esta entrevista a la revista Ondas, 15 de enero de 1969, donde recordaba su infancia y adelantaba algún detalle del que sería su antepenúltimo film. 


SARA MONTIEL

HA REALIZADO TODOS SUS SUEÑOS

HA ADELGAZADO 11 KG. DESDE “TUSET STREET”


En la próxima primavera Sarita va a presentar un "show" cara al público. Será como los de Frank Sinatra, dice Sarita, pero "en vez de Sinatra estaré yo".

Sara Montiel ha vuelto mucho más delgada de Méjico. Aquellos kilos que le sobraban, desaparecieron como por encanto. No hay trucaje en las fotos ni en sus vestidos. También ha variado algo el decorado de su casa. Ha colocado el piano en otro ángulo y del país azteca se ha traído varios objetos que se sumarán a los muchos que, esparcidos en distintos rincones del hogar, hablan por sí solos de sus muchos y constantes viajes al extranjero. Empieza en breve –tal vez, cuando esta entrevista salte a las páginas de la revista haya dado ya comienzo- el rodaje de “Esa mujer”. Con ser eso noticia hay más, mucho más. Cuando termine el film en cuestión, Sarita Montiel cumplirá un hermoso sueño. Un sueño que acaricia en su mente desde hace algunos años: presentarse en España personalmente, en un escenario.

-Me voy a presentar yo personalmente en teatro, ya definitivamente para marzo o abril. Primero lo haré en Barcelona, en donde pienso hacer una temporada bastante larga. Seguidamente me presentaré en Madrid, Valencia, Alicante, Murcia, Málaga, Sevilla y también en muchas ciudades que forman parte de Andalucía y si Dios quiere, lo haré, asimismo, en Castilla la Vieja, porque yo quiero que todo el público de España me pueda ver –la mayor parte del público a ser posible- para así yo darles las gracias personalmente porque desde que se estrenó “El último cuplé” yo le estoy agradecida a todo el público español.

-¿Puedes adelantar cómo será y con qué título se presentará ese espectáculo tuyo?

-Es un “show” musical como acostumbran a hacer en Estados Unidos y en Londres. Como acostumbra a hacer Frank Sinatra, pero en este caso, en vez de ser Sinatra, será “Sara Montiel en persona”: ese será el título del “show”. Nunca perdí las esperanzas de demostrar al público que Sara Montiel no le tiene miedo a un escenario.

-¿Te sentirás en el escenario tan segura como en el “plató” de un estudio de cine?

-Creo que puedo dar mejor en el escenario que en cine, porque en el cine se puede repetir una misma escena varias veces, mientras que en teatro, ¿qué pasa? Allí la artista está solo al levantarse el telón y es entonces cuando se puede demostrar al público y a sí misma lo que de actriz se tiene.


Sarita juega todavía con muñecas. Tiene un corazón de mujer, pero en ella habita aún el alma de niña.

En un rincón de la estancia hay un magnífico busto, de grandes proporciones, de Sara Montiel. Su perfil derecho se refleja en la luna azogada de un espejo cercano. Es tan real la escultura, produce tal sensación de verismo, que difícilmente creo que una fotografía pudiera reflejar más fielmente los rasgos de nuestra actriz más internacional. Que la Montiel pasará a la posteridad es algo innegable. Y algún día, nuestros hijos, o los hijos de nuestros hijos, verán en la pantalla la vida, éxitos y fracasos –que también los hubo, por supuesto- de Sara Montiel.

Encima de la repisa de una chimenea, en un sencillo marco, María Antonia Abad, el día de su Primera Comunión. ¿Qué queda hoy de aquella niñita…? Esa es mi pregunta y calladamente, mansamente, María Antonia –o Sara Montiel- que son una misma persona dice:

-Queda el alma, que es la misma. Los sueños ya no, porque se realizaron… si no todos, casi todos. La niña soñaba con hermosos vestidos… la niña quería dormir en un colchón muelle y tener una almohada de plumas… la niña… no quería que su madre se tiznara las manos con el carbón mientras guisaba…

Silencio breve. Sara Montiel detiene su mirada en un punto lejano, muy lejano… Y después…

-Vaya a donde vaya, llevo siempre en mi equipaje mi almohada de plumas. Reconozco que puede parecer una niñería, pero no consigo conciliar el sueño con otra almohada que no sea la mía.

-Dime, Sarita, ¿te gustaría volver a ser niña por espacio de unos días, aunque tuvieses que vestir nuevamente aquellos vestidos de percal?

-Lo desearía tanto… ¿Sabes por qué? Porque volvería a estar junto a mi padre, que hace más de veinte años que murió. Guardo de él un maravilloso recuerdo. Cada tres días, como un rito, sueño con él. Luego… no lo perdí por completo. Es lo único que me falta para ser completamente feliz…

Hay un amago de lágrimas en los bellos ojos de la mujer.

-¿Hay algún episodio de tu infancia que recuerdes en especial’

-Yo recuerdo toda mi infancia, pero guardo un especial recuerdo para una muñeca que cuando yo tenía tres años, en el año 36, me trajo mi hermano cuando vino del frente. Yo la llamaba “Mi-Ya”, con lo que quería decir en mi lengua de trapo “Mi hija” y así he continuado llamándola, a través de los años. Es una pepona de trapo muy fea, pero que conservo aún y que para mí tiene un valor incalculable.

-¿Eras una niña miedosa?

-No exactamente miedosa, pero tenía –y sigo teniendo- un cierto respeto o temor a la oscuridad. Ello es debido a que, cuando era chica, como en mi familia éramos muy pobres, me veía obligada a llevar vestidos bastante feos. Yo no quería verme fea y entonces, arrancaba a llorar con unas pataletas tremendas. Mi hermana mayor –que me lleva más de veintitrés años- me encerraba en un cuarto oscuro, y vistiendo una silla con una sábana blanca, previamente, me decía: “Este es el rey que viene a por ti”. Al igual que en Frandes decir “el duque del Alba”  para mí, oír decir “El rey” era como decir “el coco”. Hasta que un día descubrí que sólo se trataba de una silla. Pero el recuerdo quedó grabado y aún hoy, sigo teniendo cierto temor a la oscuridad.


Un artista ha esculpido el busto de Sara en la piedra. Su belleza quedará así perpetuada y las generaciones futuras la podrán ver en el museo.

-¿Practicaste algún deporte en tu infancia?

-El de pasar hambre, por necesidad.

-¿Cuál era por aquel entonces tu afición predilecta? ¿A qué jugabas?

-Me gustaba cantar y poner en escena a mis amigas. Mi hermana, la que me lleva cuatro años, hacía de apuntadora, porque era la que entonces tenía la voz más clara. Las demás, con nuestras lenguas de trapo… Yo las vestía, las enseñaba ¡calcula! cómo se debía cantar y… dejaba volar mi imaginación, pensando que representaba para un público que sí llegó… al cabo de los años.

Hablo con ella del amor de la mujer. De los que en otros tiempos pudo tener. De sus admiradores.

-Mentiría si dijera que no he tenido muchos pretendientes. Pero ahora sólo me interesa un hombre: mi esposo. Si hemos de creer lo que dicen, existen, al parecer, treinta y siete maneras distintas de declarar el amor a una mujer. Yo creo que la mejor de todas y la que sí recuerdo de veras, ha sido –sin duda- la de mi esposo.

-Pareces totalmente feliz. ¿Ninguna nube?

-Ninguna, a pesar de que a muchos, esto quizá les defraude. A mí me han divorciado ya tantas veces en la prensa…

No ya como informadora, sino como mujer, me interesa saber el por qué Sara Montiel ha vuelto el color de sus cabellos a la tonalidad que le era ya habitual en los últimos tiempos: el caoba.

-Por exigencias del film que estoy rodando “Esa mujer”. En esta película interpreto dos papeles distintos. En uno de ellos doy vida a un personaje más agrio y voy con el cabello negro, y en el otro –soy la misma mujer, pero en períodos de tiempo distinto- llevo el cabello rojizo, vistiendo muy claro y con un tipo espiritualmente también distinto a la otra mujer que, sin embargo, soy yo misma.

-¿Hablamos de “Tuset Streeet”?

Pienso que va a eludir el tema, pero contrariamente a mis pensamiento, la oigo decir:

-Sí, ¿por qué no? Aquí, en Madrid, va muy bien, a la gente le gusta, pasan un rato agradable viendo una película moderna, con un color estupendo y con unas canciones preciosas. Casi todas mis películas han tenido un corte clásico: en esta hay un ambiente completamente nuevo.

-¿Qué hay de la película “Catalina la Grande”, junto a Marlon Brando?

-Estamos en tratos. Debería rodarse en Rusia y su duración sería muy larga. Si puedo compaginar mis películas ya proyectadas junto a mi actuación personal en teatro y luego, me queda tiempo, desde luego que la haré porque creo que podría ser sensacional.


Sarita es ahora más joven que nunca, cuando se dispone a interpretar una nueva película que llevará por título "Esa mujer". 

-Hay algo que supongo interesará sobre todo a las mujeres. ¿Cómo has conseguido perder tanto peso?

-De “Tuset Street” hasta ahora he perdido algo más de once kilos. Yo tuve una temporada –lo reconozco- en la que me sobraban unos cuantos kilitos, pero no podía adelgazar. Tuve paciencia hasta que el médico me dijo: “Ahora, María Antonia. Ahora puedes adelgazar”. Y ya lo ves.

Le sugiero hacerle algunas fotos al lado del busto que se refleja en el espejo. De su propio busto. Sonríe, un poco coqueta. Y amplía la sonrisa cuando dice:

-Soy casi tan presumida como cuando tenía ocho años… y me ponía aquel lazo tan grande en lo alto de la cabeza… tal vez, tal vez, para que destacase el lazo y nadie se fijara tanto en mi vestidito de percal…

La niña quedó atrás. Hoy, existe la mujer. Guapa, famosa y rica. Pero el alma de la niña, medio agazapada, está aún dormida en el corazón de la mujer.

 

Texto y fotos: Maite MAINE



LA FOTO CCCLVIII


Sara en una de las más icónicas imágenes de "Esa mujer" (España, 1968).

sábado, 6 de abril de 2024

PUEBLO - 15 de diciembre de 1961 - España


La diva aparece solo en la portada. Esto es lo que se dice de ella:

SARITA,

SALVADA A HOMBROS

Pocas veces después de un estreno cinematográfico suele suceder lo que ayer noche ocurrió tras la proyección de “Pecado de amor”. En España ocurre por vez primera. La actriz Sarita Montiel tuvo que ser sacada a hombros del cine Avenida, protegida por la fuerza pública, para no ser asfixiada por los miles de admiradores que la esperaban. Una apoteosis que ha sido recogida elocuentemente por la fotografía en que aparece la guapa Sarita después del triunfo.

(Foto Unifoto)



EL RECORTE CCCLVII

Desconocemos la revista de procedencia del artículo pero es de octubre de 1961. Sara Montiel va a actuar en la "Gala Philips 1961" y hay un gran revuelo por ser su primera aparición en la televisión española. Mientras rueda "Pecado de amor" concede esta entrevista. 


TVE, DÍA 11 DE OCTUBRE

SARA MONTIEL

CUYO VERDADERO NOMBRE ES MARÍA ANTONIA ALEJANDRA ABAD

*


“María Antonia, que es muy infantil, se asusta con frecuencia de Sara Montiel, pero las dos son inseparables”

“LO AUTÉNTICO SE PARECE MUCHAS VECES A LO QUE HEMOS SOÑADO. PARA MÍ, LA REALIDAD HA SUPERADO A LO QUE SOÑABA”

LOS “SHOWS” DE FRED ASTAIRE Y GENE KELLY TAMBIÉN FIGURAN EN LA GRAN GALA PHILIPS 1962

UNA ENTREVISTA DE

J. L. MARTÍNEZ REDONDO


Cuatro canciones y Sara Montiel habrá entrado en nuestra casa. Ocurrirá el día 11, por la noche, y el puente tendido para que llegue hasta nosotros será la Gala Philips 1962. Sé que esa noche vamos a clavarnos todos en la butaca frente al receptor. Los que la admiran, los que están seguros de su éxito, los que desean comprobar si es capaz de superar la prueba de cantar ante las cámaras en directo. Los que la quieren y los que la envidian. Nadie puede negar que es un acontecimiento.

Anda Sara Montiel metida ahora en un berenjenal de trabajo. Rueda los últimos planos de “Pecado de amor”, su película con Luís César Amadori; dobla su papel, ensaya las canciones para el día 11 y estudia ya el guión de un film que empezará inmediatamente en Barcelona. Encontrar un momento libre para charlar con ella es sumamente difícil. Esa entrevista reposada que uno desearía hacerle a la gran “estrella” resulta imposible. Ella lo intenta, pero nada. Casi persiguiéndonos, hallamos al fin un oasis en los estudios de la Ciudad Lineal. Sara me ha citado para última hora de la tarde. Cuando llego está doblando. Me entretengo viendo rodar unas escenas de “Teresa de Jesús” en uno de los platós de la C. E. A. La coincidencia es curiosa: en el mismo estudio trabajan Sara Montiel y Aurora Bautista, las dos “grandes” de “Locura de amor”. Cada una por su camino, las dos en figuras del cine español. Aurora prefirió España. Sara hizo un día las maletas y se fue a vivir la perenne aventura de América. Pienso en estas cosas mientras espero. Y, por fin, la llamada. Sara ha terminado su labor del día. La charla se reparte entre el bar del estudio y el camino de vuelta hacia el centro de la ciudad en su Mercedes amarillo y rutilante.

-Aquél viaje a América fue fundamental para mí. Aquí tenía trabajo, pero nada más. Yo no había triunfado, a pesar del éxito de “Locura de amor”. El cambio de aires, el ver cosas nuevas, me ayudó mucho.


Sara Montiel, en privado, sigue siendo una cría. Todavía nos recuerda –y han pasado unos cuantos años- a la niña de aquel primer reportaje de su vida que salió en la revista “Primer Plano”: María Antonia Alejandra Abad, con caña y pantalones de pesca, a orillas del Manzanares. Una promesa. ¡Y qué promesa! Esos ojos que me miran, un poco cansados por la dura jornada que acaba de terminar, siguen aniñados como entonces. Y su forma de hablar, por esa boca de colegiala quinceañera, es casi la misma. Así la veo mientras me habla.

-Mi nombre verdadero me trae recuerdos tristes: María Antonia nunca tuvo niñez. Trabajé como una loca los primeros años para sacar adelante a la familia. María Antonia, que es muy infantil, se asusta con frecuencia de Sara Montiel…; pero las dos son inseparables.

-¿Ha sido muy distinta la realidad del cine a sus sueños de los quince años?

-Lo auténtico se parece muchas veces a lo que hemos soñado. Para mí, la realidad ha superado a lo que soñaba. Recuerdo ahora cosas: mi debut en Buenos Aires, por ejemplo. La gente se desbordaba. Fue algo grandioso. ¿Cómo no iba a superar aquello a lo que ambicionaba de pequeña? Y luego, al volver a España, en Barcelona… Un recibimiento inolvidable.

-¿Qué es lo que tiene más importante en su vida?

-Los caprichos…, aunque el arte predomina siempre.

-¿Y el dinero?

-Es curioso, pero a eso no le he dado jamás importancia, a pesar del hambre que he padecido. El dinero no lo es todo…, y que conste que no trato de hacer una frase. Es la verdad.

Sara Montiel hace un gesto muy suyo. Con la mano derecha se coge el pelo a la altura del oído. Es como si se estuviera haciendo un bucle. Una y otra vez. Interrogación mía con la mirada.

-Antes lo hacía con mucha frecuencia. Era como esos tics nerviosos que tiene mucha gente. Marañón me dijo un día que reflejaba inseguridad femenina y tesón. Apenas lo hago ahora. A lo mejor es que me siento más segura…

-¿Por qué no hace una película como actriz exclusivamente, sin canciones, sin tecnicolor?

-Me gustaría. Pero cada vez que lo digo empalidecen los distribuidores.

-¿Sabe que la imitan? He visto un par de películas…

-Sí, lo sé. Es fácil imitarme. Soy sencilla, nada complicada.

-Si se encontrara con esa artista que la imita, ¿qué le diría?

-¡Hola! ¿Cómo estás? Nada más.

Nos vamos a otro terreno. El diálogo entra ahora por los vericuetos de la televisión. Sara trabajó en los estudios americanos.

-He hecho poca televisión, sin embargo. Sólo en La Habana, Lima, Buenos Aires y San Juan de Puerto Rico. Canté lo que el público quiso.

-¿Siempre en programas cara al público?

-Sí. El estudio no me gusta. Esa frialdad de la actuación frente a las cámaras… Con gente delante es distinto. Es como el teatro: el artista se siente solo en el escenario cuando actúa…; pero allí están, enfrente, unos cuantos espectadores. Es una soledad especial, con unas manos que buyen, con personas que una siente cerca…

Ha terminado la jornada laboral de Sara Montiel. Pero ha terminado relativamente. Los estudios cinematográficos de la Ciudad Lineal han quedado a nuestra espalda, pero a ella le esperan todavía un par de horas de ensayo. Ha de preparar su actuación en Televisión Española. Sus ojos están cansados. Su garganta ha de proseguir.


FRED ASTAIRE Y GENE KELLY

Fred Astaire y Gene Kelly, dos generaciones de la comedia musical norteamericana, dos estilos, dos nombres que han llenado un período inolvidable de la historia del cine, aparecerán también en las pantallas de nuestra televisión dentro de la Gran Gala Philips 1962.

Aparte de que ese espacio ofrecerá otras atracciones de indiscutible calidad, esta presentación tiene “garra” de por sí para hacernos permanecer frente al receptor. Los “shows” de los dos grandes bailarines han sido montados exclusivamente para la televisión y –por las noticias que tenemos- con esa perfección y ese cuidado con que los norteamericanos se distinguieron siempre en el género.

Por lo visto, Fred Astaire es inmarchitable. Ahí le tenemos danzando todavía cuando ya se han cumplido treinta años de su aparición en el cine. Atrás ha dejado a sus más famosas compañeras: Ginger Rogers, Eleanor Powell, Rita Hayworth, Cyd Charise… A unas las ha arrinconado el tiempo y otras han seguido por distintos caminos. Él, con sus años, pero en forma, traza aún la geometría de la danza. Hollywood no cultiva ahora en su producción cinematográfica la revista, que tantos dólares y tantos triunfos le dio entre las dos guerras mundiales. La televisión, sin embargo, saca partido de las grandes figuras, de los viejos artistas taquilleros y de las nuevas promociones de bailarines y cantantes. El “show” que vamos a ver, “Una noche con Fred Astaire”, es una producción realizada con pulcritud, con esmero. No se trata de espacio de ocasión, realizado para aprovechar la popularidad de determinada figura. Es eso que los norteamericanos llaman “A TV-special”. Especial por la “estrella” que interviene, especial por los números que contiene y por la forma en que son realizados y presentados. Aparecerá con el viejo mago de la danza su nueva pareja Barrie Chase. Barrie es una muchacha que tiene esa belleza de rasgos nórdicos, atractiva e inquietante, que tanto “se lleva” hoy. Al parecer, no desmerece artísticamente en relación con las buenas bailarinas que actuaron al lado de Astaire en otros tiempos. Lo cual es ya una garantía de éxito.


Y dentro también de la Gala Philips, Gene Kelly. Otro mago. En el cine, heredero directo de la fama y la gloria de Fred Astaire. Fue el que con él hizo el relevo. En algunos aspectos, hasta le ha superado. Bastará recordar títulos cinematográficos, como “Levando anclas”, “Cantando bajo la lluvia”, “Un día en Nueva York”, “Un americano en París” y, últimamente, “Invitación a la danza”. Fred Astaire era y es un estilo típicamente norteamericano, con reminiscencias de los números que llenaron las noches de los grandes hoteles en los años anteriores a la segunda guerra mundial. Gene Kelly arranca de ese género, pero entronca con la danza clásica. Va más allá y dirige sus películas, las llena de su personal modo de “ver” y crear el baile. El vestuario, el color, el decorado, alcanzan en sus bailes categoría estética. La danza no son sólo los pies para Gene Kelly. Y Gene Kelly no será únicamente unos pies que danzan, sino un cerebro que piensa y un corazón que siente el baile. A ese artista personal, atrayente por su simpatía, vamos a verle en las pequeñas pantallas españolas en su mejor momento. El “show” de Kelly es otro número de fuerza en la noche del día 11.

 

(Fotos Calderón y Caption; caricatura de Cronos.)



LA FOTO CCCLVII


Sara Montiel, de monja, en una escena de "Pecado de amor" (España-Italia 1961)

sábado, 23 de marzo de 2024

FILMAYER INFORMA - junio de 1959 - España


NOTICIAS

SARA MONTIEL, ha puesto punto final a “CARMEN LA DE RONDA”, cuyo rodaje terminó después de tomar los bellísimos exteriores en Ronda. Sara, que está guapísima en su papel, mantiene el rango de primerísima estrella de nuestro cine en este nuevo alarde de canciones, de luz y de color. 




“CARMEN, LA DE RONDA”…

FINAL DE RODAJE

Más que todos los comentarios, ahí están los primeros fotogramas de “CARMEN LA DE RONDA”, cuya elocuencia reafirma que nos encontramos frente a una auténtica superproducción española de gran espectáculo, majestuosa, rica en encuadres y de colorido, como jamás se ha logrado igualar en nuestro cine.

A “LA VIOLETERA”, sigue ahora Sara Montiel con “CARMEN LA DE RONDA”, superándose a sí misma tanto en belleza como en expresión. Un selecto repertorio de canciones populares subraya los grandes atractivos de esta producción dirigida por Tulio Demicheli, en la que comparten los méritos interpretativos con Sara Montiel, Jorge Mistral, Maurice Ronet, Amadeo Nazzari y otras figuras de rango universal.

“CARMEN LA DE RONDA” es aventura y amor, espectáculo grande que nos ofrece esta versión libre de la vida de la heroína creada por Próspero Merimée.

Un nuevo triunfo de Sara Montiel, que llega a nuestras pantallas con esta producción española presentada por Filmayer, S.A.


Dos artistas de fama internacional, Sara Montiel y Amadeo Nazzari, en un plano de "CARMEN LA DE RONDA" cuyo rodaje ha terminado en estos días.


Una canción en los labios y un clavel rojo que habla de aventuras. (Fotos: Simón López)


EL RECORTE CCCLVI
El 25 de enero de 1959, el periódico norteamericano San Francisco Examiner, recogía esta nota informativa que anunciaba la partida de Sarita Montiel a España para rodar "Carmen, la de Ronda". 


MEXICAN CARMEN

Exotic Sarita Montiel, known for her role in the motion picture “The Last Song”, is leaving for Spain to star in a new film versión of “Carmen” for her own Company. Open arms extended Sarita on her recent South American tour persuaded the Latin beauty to do Bizet’s work. Later this year she will star in Universal-International’s motion picture of the John MacPartland novel, “Ripe Fruit”. The novel was adapted for film by Phil Yordan and will be directed by her hubby, Tony Mann.



LA FOTO CCCLVI 


Maravillosa foto promocional para "Carmen, la de Ronda". Fotografía de Simón López.

sábado, 16 de marzo de 2024

EKRAN - 10 de agosto de 1958 - Polonia



La diva aparece solo en la portada. En el interior se dice esto de ella.
Sara Montiel jest mloda aktorka hiszpanska. Wystepowala w filmie La Violetera.


EL RECORTE CCCLV
Curiosa composición amorosa de la revista Tele Indiscreta, en uno de sus números de 1986, para el coleccionable que incluía la revista sobre "Grandes romances de Hollywood". Narra un 'amor eterno' entre Sara y Raf Vallone que prendió durante el rodaje de "La violetera". 

GRANDES ROMANCES DE HOLLYWOOD

EL PRIMER AMOR DE

SARA MONTIEL:

RAF VALLONE

A Raf Vallone le vimos en “Un trabajo en Italia” el pasado 5 de abril en “Sábado cine”. Y… ¿saben con quién vivió un romance este apuesto actor italiano? Pues con la mujer más deseada de nuestro país en aquellos años 50: Sara Montiel. Raf Vallone y ella no sólo fueron los protagonistas de un amor ficticio en “La violetera”, sino que también representaron en la vida real un bello romance. Una historia de amor que Sara no olvida. 


Raf Vallone y Sara Montiel formaron una inolvidable pareja en "La Violetera". La vida real no dejó que el sueño se hiciera realidad.

Fue una historia de amor entre candilejas. Todo comenzó en un camerino de ficción expresamente preparado para rodar una de las escenas cumbres de “La Violetera”. Se trata de aquella en la que el embajador de la película, Raf Vallone, regresa de Sudamérica y se encuentra en un camerino a la cupletista del film, Sara Montiel, convertida en famosa. “Me lo comí a besos en aquella escena” declara nuestra actriz en sus memorias. Y es que no era para menos el actor italiano, perfecto partenaire de Sara, era uno de los hombres más populares de aquellos años cincuenta. Sara Montiel, por su parte, comenzaba ya a ser un mito. Los sones de “El último cuplé” habían emocionado pocos meses antes a todo el país desde las pantallas y se presentía que la estrella de la Montiel iba a refulgir durante mucho tiempo en el programa del cine español. Era la época dorada de una bellísima Sara lanzada imparablemente hacia Hollywood. Alto, fuerte, enigmático, Raf Vallone era, por su parte, el prototipo de hombre ideal de la época. Cuando ambos se encontraron en el plató, estallaron irremediablemente las chispas del amor.

“La violetera”… enamorada

Sara Montiel no olvidará jamás aquel romance de sus años esplendorosos. Sin embargo, aquella bonita historia de puro amor no pudo llegar a más… ¿Por qué? ¿A qué se debió que Sara y Raf tuvieran que dejarse? ¿Qué destruyó aquel romance?

Fue el destino. La culpa no la tuvo nadie. Sólo el destino. Sara Montiel y Raf Vallone poco presentían, cuando iniciaron una mimosa relación en Madrid, que los acontecimientos iban a dirigir a Sara hacia la Meca del cine, hacia América. Raf y Sara se olvidaron de todo y no pensaron más que en el sentimiento que les unió durante aquellos días de rodaje. 


Sara se ha convertido en nuestro mito nacional, alguien irrepetible.

Raf, que había nacido en Calabria el 17 de febrero de 1917, era ya conocido en España por haber intervenido, poco tiempo antes de conocer a la Montiel, en otra película nacional, “La Venganza”, film en el que trabajó junto a Carmen Sevilla, a las órdenes de J. Antonio Bardem. No podía Sara Montiel, por tanto, tener un mejor compañero de rodaje a su lado en “La Violetera”, la película que estaba destinada a batir todos los récords cinematográficos. Sara y Raf lo tenían todo para que naciera “algo” entre ellos. Y así fue. Se enamoraron como dos tórtolos y se dedicaron a pasear alegremente por Madrid. El ardor español de Sara y el candor italiano de Raf rompieron los corazones más sensibles de la época, que siguieron insaciablemente la relación de la bella actriz y el apuesto actor. Todo fue tan rápido… Raf Vallone no estaba, en un principio, muy interesado en el rodaje junto a Sara, pero cuando conoció a la actriz se deslumbró. “La Violetera” también quedó enamorada…

No pudo ser

Paseos en Vespa –el vehículo joven de la época- por bellos parajes de la capital de España, cenas en los mejores restaurantes de Madrid… Fue un sueño, que la propia Sara Montiel narra así: “Tras el rodaje, salimos a cenar; la amistad dejaba paso a un sentimiento más y más profundo. Íbamos a menudo al Jockey Club de Madrid y me sentía muy feliz junto a él…”. Había nacido, como una flor naciente, el amor. El corazón de Sara, que años después iba a pasar por la experiencia de otras pasiones tumultuosas, estaba ahora puesto en Raf. “Era un hombre maravilloso, lleno de vida”, ha declarado la actriz, que no olvida aquel tiempo.

Raf, el intérprete de películas de tanto renombre como “Vendetta”, en 1949, parecía que iba a ser el hombre ideal para Sara. Sin embargo, no pudo ser.



Entre dos hombres

Sara lo narra: “Mi sentimiento hacia Raf iba convirtiéndose cada vez en más y más profundo. Era algo muy bonito. Sin embargo, llegó Tony…”. Tony Mann iba a convertirse en el primer marido de Sara Montiel, a costa del incipiente romance de ésta con Raf. El actor americano, que venía dispuesto a llevarse a Sara a Hollywood, evitó lo que podía haberse convertido en un amor eterno. Sara Montiel, entre dos hombres, eligió a Tony, a pesar de que Raf había calado hondo, ya para siempre, en el corazón de la actriz.

El romance con Raf quedaba, de esta forma, en un lugar muy especial entre los recuerdos imborrables de Sara, cuya vida sería a partir de entonces un remolino de pasión. Raf fue el hombre que encendió por vez primera a Sara. El primer gran amor de la Montiel era ya historia, sin embargo, su fuerza, su ímpetu arrollador aún hoy reaviva el recuerdo de Sara Montiel, a pesar de los años. Ella no olvidará nunca a Raf Vallone.


Aquello fue un amor producto de una hermosa pasión. En la actualidad la artista es una feliz madre de familia.

Sara Montiel y Raf Vallone: así fue la súbita pasión de dos mitos triunfadores.

Fue un gran romance al son de la maravillosa canción que encumbró definitivamente a Sara: “La Violetera”.

Un bonito amor.

 

Ricardo Martínez


LA FOTO CCCLV


Sara Montiel interpreta "Es mi hombre" en "La violetera" (España-Italia,1958).